martes, 12 de marzo de 2013

Crónica del concierto inauguración del Museo de la Pasión


En la tarde del domingo 10 de marzo, Camerata Ipagro de Aguilar de la Frontera, ofrecía un concierto de marchas procesionales original y curioso, con instrumentos de plectro, en un acto organizado por la Fundación Aguilar y Eslava, dentro del programa de actividades con motivo del Museo de la Pasión. La formación musical, dirigida magistralmente por Antonio Moral, acometía un repertorio de marchas procesionales de enjundia, bastante completo y exigente en intensidad y expresividad, que abarcaba desde composiciones sevillanas, cordobesas hasta egabrenses.

Abría el recital la preciosa marcha del maestro Sebastián Valero "Santa María de la Salud", conocida composición de la Semana Santa malagueña. En segundo lugar aparecía en el atril "Virgen del Valle", lánguida e hiriente melodía que se interpretó de forma pausada, muy bien matizada, alcanzando cotas de intensidad realmente conmovedoras.



Le siguió "Soleá dame la Mano", espectacular marcha de fuerte carácter impresionista y nacionalista, de Manuel Font de Anta, y considerada por muchos como la mejor obra musical de la Semana Santa. Para culminar este primer bloque, dos marchas que contaron con la participación de los violinistas Carlos Martínez Arroyo y José Manuel Molina Guarddón: "Virgen de Piedra" y "La Estrella Sublime".

Para conmemorar el centenario del Maestro Rodríguez, el programa incluía dos marchas suyas. La primera fue su ópera prima en este género, "Virgen de Piedra", una composición solemne y fúnebre, que destaca ya en sus iniciales compases con su característica melodía. Fue en el trío final cuando los violines dibujaron la bella melodía de este pasaje, haciendo las delicias del auditorio que asistía así a una versión inédita hasta el momento, realizada por y para el acto en cuestión, como honor y recuerdo a la gran figura musical egabrense que fue d. José Rodríguez López.



Cerraba la primera parte "La Estrella Sublime", popular y alegre marcha de Manuel López Farfán, piedra angular del género de la marcha procesional, para la que su autor ideó en su día -llegándose a estrenar de esta forma- un trío de violines en el trío. Así se acometió en esta ocasión, aunque fuera a dúo. Camerata Ipagro seguía regalando buena música en una tarde desapacible de Cuaresma, con una marcha de brío y gran acento rítmico, culminando de forma emotiva con ese trío final sustentado por las dulces melodías del dúo de violines de Carlos Martínez y Manuel Molina.

En el descanso, tuvo lugar una breve recreación literario-visual que, bajo el nombre de la "Pasión según Miñarro", hizo un recorrido por distintas imágenes del escultor Juan Manuel Miñarro, pilar clave en la instalación del Museo de la Pasión en Cabra. La recreación contó con el texto de José Galisteo Martínez y la voz en la narración de Mª Sierra
 Sabariego Padillo.



"Jesús de las Penas" de Pantión abría el telón de la segunda parte, una composición tensa y sobrecogedora, que fue interpretada con suma delicadeza por los músicos que en todo momento se dejaban embaucar por la sabia batuta de Moral.

A continuación le tocó el turno a "Saeta Cordobesa", con la que se vivieron uno de los momentos más álgidos del concierto. La marcha, obra maestra de Gámez Laserna, de gran armonía y contrapunto, fue ejecutada de forma limpia y ajustada. El famoso pasaje de la saetilla, fue acometido por los violines de Carlos Martínez y Manuel Molina, quienes a dúo dialogaron sublimemente desgranando cada una de las notas de la hermosa y enrevesada melodía, culminando la composición en un glorioso fortísimo junto con el resto de la orquesta.



Le siguió "Amarguras", universal partitura de Font de Anta, de incomparables melodías evocadoras de la Semana Santa. Terminó el concierto en su programa oficial con "Martirio", una gran versión donde el director, Antonio Moral, consiguió contagiar en cada compás a los músicos para que estos pudieran expresar el carácter pesante, doloroso y trágico de la partitura. Sobrecogedores fueron los compases iniciales en un desgarrador fortísimo. Se evidenciaron algunos ritardandos, muy bien marcados por la batuta de Moral, que goza y hace disfrutar a sus músicos especialmente con esta marcha. En el trío, la música se ralentizó nuevamente, con el objeto de que se pudiera apreciar claramente el lamento que el maestro Rodríguez quiso reflejar en este delicado pasaje, como profundo tributo a su hermano fallecido en trágicas circunstancias.

Tras un rotundo aplauso del respetable, se interpretó como bis la marcha descriptiva "María Soledad" de Sebastián Valero. Una obra escrita a modo de poema sinfónico, o poema descriptivo, en el que su autor ilustra con la música el dolor y el sufrimiento de María, incluyendo una parte coral en su parte final, con letra del mismo músico, que fue perfectamente acometida para la ocasión por el Coro de Cámara de la Fundación Aguilar y Eslava, con Mª José Villatoro al frente, poniendo un inmejorable broche al recital.

Terminó así este concierto que se presentaba bajo el título de "Recreación musical de la Semana Santa", donde todos los asistentes pudieron disfrutar de las marchas de siempre, tocadas desde otra óptica, con otra sonoridad a la acostumbrada, en un registro más íntimo y espiritual si cabe.

No quisiera terminar esta crónica sin antes agradecer a distintas personas su colaboración y esfuerzo, especialmente a los músicos invitados, tanto violinistas como coro (ya mencionados con anterioridad) a Antonio Moral, por su talento e ilusión, a José Galisteo, por su implicación, esfuerzo y enorme generosidad en todo, a Mª Sierra, por sus labores de narración en el descanso y a Antonio Ramón Jiménez, por su apoyo incondicional por la cultura y la música en nuestra Semana Santa.


Mateo Olaya Marín

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