martes, 12 de septiembre de 2017

EL MUSEO DE “TERRA SANTA” DE SANTIAGO DE COMPOSTELA

Historia, legado y conocimiento franciscano de los Santos Lugares


Recientemente hemos tenido la fortuna de conocer personalmente el Museo de “Terra Santa” que se encuentra formando parte del conjunto arquitectónico del monumental e histórico Convento de San Francisco de Santiago de Compostela.  Siendo este  monasterio, Colegio de Misioneros para Tierra Santa, se comprende la especial vinculación que han tenido y tienen los franciscanos con los Santos Lugares, al ser sus custodios en representación de la Iglesia Católica desde el siglo XIV.

El origen de este museo está especialmente vinculado al Instituto Arqueológico Franciscano, una de las instituciones culturales más características que esta Orden posee en Tierra Santa. La gran mayoría de las piezas expuestas son producto de las excavaciones efectuadas en importantes yacimientos promovidas por dicha entidad.  

Por otra parte, recoge la obra de Bartolomé de las Heras, franciscano gallego, principal protagonista de  la Exposición de Arte Sacro del Año Santo Romano de 1950 y para la que construyó en madera de ciprés de Getsemaní, una extraordinaria y enorme maqueta de la Basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén, que como una casa de muñecas se puede abrir en ocho partes permitiéndonos ver su interior. Sin duda, la gran joya de este museo.


Posteriormente esta obra junto a otras numerosas piezas, especialmente las citadas de carácter arqueológico, participaron en 1954 en una exposición sobre Tierra Santa en Madrid, de la que surgiría el proyecto de creación de un museo o muestra permanente. En 1984, muchas de aquellas piezas recalaron en el convento compostelano de San Francisco; dónde se decidió crear este museo, que, finalmente, vería la luz en 1993.


La visita a este museo de “Terra Santa” es toda una sorpresa y una oportunidad de acercarse a la cultura de ese legendario territorio. Un recorrido histórico que parte desde la Prehistoria, siguiendo por la colonización romana, dominación bizantina, árabe, turca, hasta la llegada de los ingleses y la creación moderna del estado de Israel  después de la II Guerra Mundial. Un desarrollo cronológico que nos permite conocer las vicisitudes de aquellas tierras bíblicas, origen de las tres grandes culturas monoteístas.

Por otra parte, la exposición fija una especial atención sobre la historia de Jerusalén, crisol de culturas y testigo de los acontecimientos pasionistas; el fenómeno de las Cruzadas; y los caminos de peregrinación a ella. Pues, junto con Roma y Santiago de Compostela, constituyen los tres grandes centros de peregrinación más significativos para la Cristiandad.

La Jerusalén del siglo I, la de los tiempos de Jesús, aparece perfectamente identificada urbanísticamente en otra gran maqueta que se ubica en la caja de escalera que sirve de acceso al museo. 



Curiosamente, el Museo de “Terra santa” gallego presenta una maqueta a escala reducida de la tumba de Jesús, que coincide al detalle con la recreación a tamaño natural del Museo de la Pasión de Cabra. Y también cuenta con un apartado informativo sobre la Sábana Santa, la imagen de la Síndone de Turín y su influencia en la imaginería cristífera.


De la Jerusalén hebrea convertida en la Aelia Capitolina romana se muestran en este museo numerosas piezas arqueológicas, entre las que destacan las colecciones numismática y de lucernas y lámparas herodianas que se usaban en los tiempos de Jesús y sus apóstoles.



En forma de maqueta a pequeña escala se pueden ver el Templo de Jerusalén y unas reproducciones en bronce del Arca de la Alianza, que se encontraba en el Templo de Salomón, y el Mar de bronce, perteneciente al segundo Templo y que contenía agua para las abluciones de los sacerdotes. Objetos legendarios sagrados del Antiguo Testamento, hoy desaparecidos.


En otras salas, se repasan las aportaciones que desde el siglo XIII ha hecho la comunidad franciscana, especialmente en el campo de la artesanía en madera de olivo y nácar. Con una amplia exposición de piezas de carácter didáctico, social y religioso propio de la Orden. Técnicas artesanales que actualmente realizan familias cristianas en Beit Sahur (el campo de los pastores) junto a la ciudad de Belén. Y en otros apartados documentales la muestra recoge ejemplares de los libros sagrados de las tres grandes religiones: Biblia, Torá y Corán; así como diversos elementos litúrgicos, como rosarios o filacterias.


Su responsable, Rori Suárez, nos asegura que se trata de “un museo único, dónde, prácticamente, todas las piezas expuestas son originales”, como el fragmento de mármol con la antigua estrella de bronce de catorce puntas, del sitio de la Natividad en Belén en la que se lee la siguiente inscripción: “HIC DE VIRGINE MARIA JESUS CHRISTUS NATUS EST”. 



Un extraordinario objeto histórico y piadoso  de la segunda mitad del S. XII, que arrancaron los griegos ortodoxos cuando adquirieron los derechos sobre el mantenimiento de la Basílica de la Natividad a mediados del siglo XVIII, y que fue reemplazada en 1853 por la que hoy existe. La antigüedad de este fragmento de mármol se remontaría a la época cruzada, ya que entre 1165 y 1169 los cruzados restauraron la Basílica con ayuda de Constantinopla y el Obispo de Belén.



Sin duda,  el Museo de “Terra Santa” es un tesoro escondido en Santiago de Compostela, que pasa prácticamente desapercibido al gran público, a pesar de ser uno de los mejor dotados en piezas históricas de los Santos Lugares que se conozcan en todo el mundo.

Una muestra valiosísima, que recorre la historia del país de Jesús de Nazaret, o, como dice, el conocido franciscano Francisco Javier Castro Miramontes: “un trozo de Tierra Santa en Compostela”.



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