La medicina legal tiene
como objeto determinar las causas de una muerte y para ello realiza el estudio pormenorizado
del cuerpo cadáver de la persona fallecida o de sus restos. En el caso de Jesús de Nazaret, no disponemos
de su cuerpo, pero sí de una imagen supuestamente suya impresa en la Síndone de
Turín, con manchas de sangre con detalles suficientes para su interpretación.
En el Museo de la Pasión que
se encuentra en el Museo Aguilar y Eslava de Cabra, se presenta en una sus
salas (Sala Forense) la recreación de la autopsia virtual al Hombre de la
Sábana Santa y la exposición de su informe forense.
La
medicina nos dice que la vida se soporta sobre un trípode vital garantizado por
las funciones cardiaca, respiratoria y nerviosa. Y que la causa de la muerte,
en el contexto médico-legal, tiene dos tipologías: la causa inmediata y la
causa fundamental.
La
causa inmediata de la muerte, sería el motivo por el cual cesando, al menos una de las tres funciones referidas,
se produciría el óbito. Aunque esta causa inmediata, a su vez suele estar
producida por otras alteraciones, que serían la causa fundamental.
Así,
una persona que muere por un infarto de miocardio tendría como causa inmediata el
ataque al corazón (la isquemia cardiaca con necrosis miocárdica), pero como
causa fundamental, por ejemplo, una patología circulatoria, como una grave
ateroesclerosis con reducción drástica del diámetro de sus arterias coronarias.
En
el Museo de la Pasión, sobre la fría losa de mármol blanco, de una mesa de
autopsias decimonónica, se encuentra el esqueleto de un varón de aproximadamente
30 a 35 años de edad. Y junto a él, un dibujo reconstrucción del cuerpo del
Hombre de la Síndone, con todos los detalles antropométricos, heridas y manchas
de sangre que aparecen en la Síndone de Turín.
Así
pues, conducidos por la mano experta del médico forense
iniciamos la exploración:
En
la cabeza se observan más de 50 pequeñas heridas punzantes (pinchazos), incisas
(cortes) e inciso-contusas, de disposición en forma de coronal, que abarca la
parte superior de la frente y se continúa hacia atrás por ambos lados de la
cabeza, afectando a toda las superficie cráneal, especialmente los huesos
parietales, temporal y occipital. Las
heridas son profundas, afectando a toda la galea capitis (cuero cabelludo) y
llegando hasta la tabla externa de los huesos mencionados. A consecuencia de
las profusas hemorragias provocadas por estas heridas, es de mencionar que casi
todo el cabello se encuentra, en toda su longitud, empapado en sangre húmeda o
con costras producidas al secarse. Todas las lesiones sufridas son compatibles
con las que produciría un casco de espinas vegetales como se sabe que llevó el
finado.
En el rostro se determinaría el
aplastamiento de la nariz con rotura y desplazamiento del cartílago nasal y
tumefacción del pómulo y ojo derecho, compatible con los daños que produciría
un golpe con un palo o bastón de madera como el que describen los evangelios le
propició un criado de Caifás poco después
de su detención.
En
el tronco, tanto en su parte anterior (pecho) como en la posterior (espalda) se
aprecian múltiples lesiones y contusiones en forma de equimosis, equimomas y
hematomas (cardenales), de carácter longitudinal en forma pareada como las que
producirían los taxiles o extremos metálicos de uno o varios flagrum (látigo).
Por la violencia de estos latigazos y/o por la reiteración de los mismos, en
ciertas zonas, se han producido soluciones de continuidad, apareciendo heridas
contusas longitudinales, erosiones (arañazos superficiales) y excoriaciones
(arañazos profundos, donde aparece sangre).
En algunas zonas las heridas contusas son especialmente
profundas, produciendo un gran desgarramiento muscular y también hemorragias
profusas. Estas lesiones predominan sobre todo en la parte posterior del tronco
y extremidades (espalda y piernas). Finalmente, en la zona costal derecha,
anterolateralmente, entre la 5ª y 6ª costilla, se observa una gran herida
incisa profunda, con evidentes signos de haber producido una abundante
hemorragia post-morten (“exactus mortis”), y que habría sido producida por un
objeto punzante y cortante que coincidiría en dimensiones y forma con una lanza
romana (lancea).
En
ambas extremidades superiores, por encima de las manos, en la zona carpiana, se
aprecia una herida punzante transfixiante (que atraviesa), con bordes contusos
y signos de desgarramiento por haber soportado gran peso, probablemente el del
cuerpo. Los pulgares aparecen replegados sobre las palmas, probablemente por
lesión del arco nervioso palmar. En las extremidades inferiores se apreciaría,
en ambos pies, otra herida punzante perforante de bordes contusos. Se sitúa en
el punto de confluencia del calcáneo, astrágalo escafoides y cuboides, espacio
que conduce al seno del tarso. Las rodillas aparecen con erosiones y
excoriaciones, probablemente por haberse caído y golpeado sobre las mismas. En ellas se han encontrado restos de
aragonito, mineral que es común en Judea.
Antes
de concluir con las circunstancias de la muerte, se hace necesario realizar una
serie de razonamientos o consideraciones médico-legales. En primer lugar, las
lesiones descritas, ya que la lanzada es posterior a la muerte, no afectarían a
órganos o funciones vitales, por lo que no son causa inmediata y fundamental de
muerte. Lo que nos llevaría a considerar que la muerte del Hombre de la Síndone
sería el resultado de un largo proceso agónico.
Muchas
de las lesiones comentas provocarían hemorragias que en principio no serían muy
profusas al no ser profundas, pues no afectarían a grandes arterias y venas. Sin
embargo, al ser una extensión muy amplia del cuerpo, la pérdida sanguínea se iría
acumulando y podría llegar a ser significativa.
Una
hemorragia produce una pérdida del volumen de sangre (volemia), por lo que la
pérdida de sangre se llama hipovolemia. Una gran hipovolemia originaría una
crisis o shock en el funcionamiento del organismo, que en este caso se llama
shock hipovolémico.
Por otra parte, habida cuenta de la gran cantidad de golpes
que impactan en los mismos lugares, se producen una serie de graves lesiones
similares a las de un aplastamiento o machacamiento, lo que se conoce en
medicina como síndrome de aplastamiento (crush syndrome) y que implica la
liberación de sustancias al interior de la sangre, entre ellas mioglobina
procedente de los músculos, que provocarían alteraciones en los procesos
renales de filtración.
Además, esta masiva cantidad de golpes en el cuerpo es
también causa de un gran dolor. Entre los mecanismos de defensa que de modo
automático o inconsciente utiliza el organismo para paliar el dolo, está el de reducir la movilidad. La reducción
de la movilidad en el tórax se traduciría en respiraciones superficiales o
contenidas que originarían una hipoxia (falta de oxigenación de la sangre por
no respirar adecuadamente), que se asocia a una hipercapnia (exceso de dióxido
de carbono, por el mismo motivo) y a una serie de alteraciones del equilibrio
ácido-base. A esto hay que unir que, por la postura que presentaría el cuerpo en
la cruz, donde el cuerpo cuelga literalmente de las extremidades superiores, se
dificultaría enormemente los movimientos respiratorios.
Las
graves lesiones traumáticas en el tórax, pudieron producir una irritación de
las membranas que rodean los pulmones (pleuras), ocasionando una pleuritis con
una acumulación de líquido llamado exudado en el espacio interpleural. Esto
explicaría por qué salió “sangre y agua” al atravesar la lanza el costado;
sangre de las lesiones propias de las arterias y venas de la zona, y “agua” que
sería el exudado acumulado entre las pleuras.
Después
de una lenta agonía, con el mantenimiento de la conciencia casi hasta el último
instante, las conclusiones del informe forense del Hombre de la Sábana Santa, en base a todas
las consideraciones anteriormente expuestas, sería las siguientes:
Causa inmediata de la muerte:
Hipoxia-anoxia cerebral (hipoxia es disminución de la concentración de oxígeno
en la sangre, y anoxia es la ausencia total de oxígeno en la misma)
consecuencia de hipovolemia (disminución del volumen de sangre)
post-hemorrágica, de insuficiencia respiratoria mecánica (incapacidad para
respirar adecuadamente por falta de movilidad) por graves lesiones en músculos
intercostales y de insuficiencia cardiaca.
Causa fundamental de la muerte:
Múltiples heridas inciso-contusas, equimosis, erosiones, excoriaciones y
hematomas en la parte anterior y posterior del tronco.
Salvador Guzmán Moral
Publicado en la revista TORRALBO 2017.
Agrupación de Cofradías de Lucena.
Lucena (Córdoba), 2017. Págs. 147-152.
[1] Este informe se basa en diferentes estudios
realizados por médicos forenses, como el del doctor José Antonio Lorente Acosta, especialista en
Medicina Legal y Forense y profesor titular de Medicina Legal de la Universidad
de Granada.