El Cristo de la Séptima Palabra (2015), es una de
las últimas imágenes de Juan Manuel
Miñarro López (Sevilla, 1954), que recientemente se puede ver en la Basílica del Pilar
de Zaragoza y es resultado del encargo de una cofradía para la que era
determinante la calidad de la producción cristífera del imaginero sevillano,
especialmente reflejada en su Crucificado de la Redención de Málaga (1987).
El Cristo de la Séptima Palabra es el resultado
de la decantación del trabajo y la investigación de Juan Manuel Miñarro en los
últimos años.
Para ello, por un lado se apoya en sus profundos conocimientos de anatomía artística, preceptos de la medicina forense y en la lectura de la Síndone de Turín y el Sudario de Oviedo, para la interpretación de la morfología anatómica, detalles de contusiones, heridas y sangre.
Para ello, por un lado se apoya en sus profundos conocimientos de anatomía artística, preceptos de la medicina forense y en la lectura de la Síndone de Turín y el Sudario de Oviedo, para la interpretación de la morfología anatómica, detalles de contusiones, heridas y sangre.
Y por otra parte, incorpora a la imagen elementos cargados de simbología. Así, en la corona de espinas hay un recuerdo al Señor de Sevilla, al Gran Poder, del que dice “tiene un caracol en su hiriente presea, que algunos aseguran que se remata en forma de cabeza de serpiente”, símbolo de la lenta agonía y de la muerte, a la que Jesucristo vence con su sacrificio.
Otro elemento interesante es el “Titulus Crucis”, inspirado
en la reliquia de la Basílica de la
Santa Cruz en Roma. En él se aprecia la leyenda “Jesús Nazareno Rey
de los Judíos”, escrita en hebreo, griego y latín, con la particularidad, tanta
veces comentada en el Museo de la Pasión, de que aparecen rotuladas de derecha a izquierda.
Paralelamente al trabajo de Miñarro, el compositor Manuel
Marvizón inspirándose en este Cristo ha realizado la marcha “In manus
tuas”, estrenada por la reconocida y sevillana Banda
del Maestro Tejera el pasado 15 de marzo, y dedicada a este crucificado aragonés.
Los que hemos tenido la fortuna asistir al proceso
creativo en la realización de esta imagen, hemos podido comprobar cómo pasaba de la talla
en madera desnuda; a la blancura del aparejo,
que le confería el aspecto de un Cristo de marfil; y finalmente, a la policromía y acabado, en la que Miñarro ha hecho un verdadero alarde técnico en los matices de la encarnadura, pátina, el color de la sangre, la transparencia del sudor, lágrimas y el tratamiento vítreo de
los ojos.
El Cristo de la Séptima Palabra es, una vez más,
un escalofrío de fe, donde lo sagrado se vuelve real.
Un nuevo escalón en la
producción artística de Juan Manuel Miñarro, que en los
últimos tiempos está alcanzando cotas, verdaderamente ... insuperables.
Salvador Guzmán Moral
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