lunes, 18 de febrero de 2013

La Pasión ya no es una Semana


El pasado fin de semana los egabrenses pudimos disfrutar de un acontecimiento cultural de la categoría y la trascendencia a la que nos tiene acostumbrados la Fundación Aguilar y Eslava. La apertura del Museo de la Pasión respondió a las enormes expectativas creadas desde que se anunciara la fecha de la misma, encontrando un amplio respaldo de la ciudadanía egabrense, el necesario apoyo de la política local y provincial y el esperado eco en los diferentes medios de comunicación locales, regionales e incluso nacionales. 

No era para menos. La primera Semana Santa de la Historia, como acertadamente se ha bautizado desde la organización a este complejo expositivo, merece un reconocimiento global a todos aquellos que lo han hecho posible, desde las instituciones políticas a, cómo no, la Fundación y, por supuesto al artífice primero y último de la misma, el doctor en Bellas Artes e imaginero sevillano Juan Manuel Miñarro, quien, en su disertación, quiso dejar claro que toda la investigación sindonológica que ha dado luz a este museo no es sino la culminación de un proyecto científico que intenta despejar las claves de uno de los enigmas que más literatura han causado nunca: la Sábana Santa de Turín.

Como egabrenses creo que debemos tener claro que este Museo es una aportación maravillosa a nuestras posibilidades turísticas, con la positiva repercusión económica, cultural y social que tienen las mismas. Pienso, igualmente, que tenemos que reconocer la ímproba labor de la Fundación en la conservación, protección y difusión de sus activos culturales y patrimoniales, objetivo de toda institución que se precie pero que pocas persiguen sino es bajo el paraguas lucrativo de sus miembros. Y creo que es de justicia que presumamos del ejercicio común de la Cultura que la Fundación viene auspiciando desde hace ya muchos años. 

Mi aplauso a cada uno de los que han intervenido en la gestación y materialización de esta magna obra, que, como pudimos comprobar el pasado sábado, ni han sido pocos ni ha sido escaso el tiempo dedicado a ello. Y hago valer dicho aplauso porque ya quisieran capitales de provincia cercanas a Cabra disponer de la exposición permanente que hoy presentamos al mundo desde las instalaciones del Museo Aguilar y Eslava. Porque allí, la primera Semana Santa de la Historia cuenta, a través del impacto de lo visual, cómo un hombre fue condenado, torturado y ajusticiado en la cruz hace ya algunos miles de años en la lejana tierra de Jerusalén. Allí, aquel hombre fue envuelto en una sábana dejando su rostro impreso en ella. Un rostro que hoy cruza su mirada con la tuya en el Museo de la Pasión.

En Cabra, por supuesto.


José Manuel Jiménez Migueles

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